martes, 31 de julio de 2007

La campaña que se viene

A esta altura de la soireé pensar que alguien llega a ciertos lugares de casualidad es francamente una pelotudez. Hecha esta salvedad, esto que encontré de Youtube es apenas un anticipo de la campaña que vendrá, aunque lamentablemente dudo que algunos se tomen el trabajo de ser tan creativos.

Patti, el lamentable costo de la hipocresía de nuestros dirigentes

La situación del ex comisario en el Congreso
El procurador general adjunto aconsejó a la Corte que acepte que el ex intendente acceda a su cargo como diputado; el máximo tribunal había beneficiado a Bussi
LANACION.com Política Martes 31 de julio de 2007



Que Luis Abelardo Patti acceda finalmente o no al Congreso de la Nación es a esta altura una muestra más del deterioro a que sometieron a las instituciones nuestros dirigentes políticos. A título personal tengo un profundo desprecio por el ex comisario y todo lo que su persona simboliza, pero me permitiré ser políticamente incorrecto: Patti fue votado en 2005 por unos 400 mil ciudadanos bonaerenses y aunque no nos guste, si la Justicia lo determina tiene que asumir. En todo caso, serán los propios miembros de ese cuerpo lo que tendrán que asumir el costo de su hipocresía, y nosotros, como ciudadanos, no dejárselas pasar, castigarlos en las urnas.
Lo que habría que preguntarse es por qué un personaje acusado de cometer graves violaciones a los derechos humanos pudo presentarse, por qué ningún miembro de la clase política, de cualquier partido, no lo impugnó ante la Justicia antes de que se presentara, por qué muchos de los 164 diputados que el 23 de mayo de 2006 rechazaron su ingreso al cuerpo aceptaron que fuera acompañando con su boleta del Paufe a los candidatos a senadores nacionales del PJ, Hilda González de Duhalde y José María Díaz Bancalari.
Alguna vez en este país habrá que empezar a respetar las instituciones, nos guste o no lo que la coyuntura nos plantea. Sólo así las reglas de juego serán claras e iguales para todos, algo que en lo personal entiendo como un principio de igualdad y justicia que, más allá de los discursos, sería verdaderamente revolucionario.