Propongo el siguiente ejercicio: tomá la cartelera de cualquier diario y fijate cuántas de las películas para infantes y adolescentes que se estrenaron para las vacaciones de invierno se pasan en versión doblada al castellano y luego fijate en qué horarios dan esas películas
destinadas, se supone, a niños de tierna edad que no llegan a leer los subtitulados. Comprobarás que aproximadamente un 70% de esas películas se pasan dobladas, incluso en horarios de trasnoche. Otras, como Ratatouille y Los Simpson, por ejemplo, sólo se pasan en español, al menos en los cines cercanos a mi casa.
Conclusión, si pensamos que Harry Potter es una película derivada de la saga de libros es fácil concluir que los niños y no tan niños que atiborran las salas cinematográficas son gente alfabetizada, por qué los tratan como si fueran iletrados. ¿Cuál es la lógica que hace que los distribuidores consoliden la práctica del menor esfuerzo? ¿Qué pasa si sólo pasan películas subtituladas? ¿No se entienden, van menos personas, se corre el riesgo de que se interesen por la lectura?
Si se sigue alimentando la generación de seres que sólo son capaces de decodificar mensajes predigeridos estamos en problemas. Voto por los subtitulos, a pesar de que no sean del todo fieles a los libretos o que algún tarado traduzca un "kiss my ask" como "maldito", es preferible a tener que escuchar a Woody Allen diciéndole a una bella neoyorkina "scuchame, piba", o a un actor iraní hablando de su cultura ancestral con tono de "la verdad de la milanesa".
viernes, 3 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Entradas (Atom)