"Quiero aprovechar la oportunidad para decirles a estos señores de las FARC que esa forma de mostrarle a los colombianos que quieren la paz, a través de ataques como los de ayer en el
Putumayo, que no tiene ningún sentido, no tiene ninguna racionalidad", manifestó Santos.
El presidente aseguró que con este tipo de ataques no es posible que esa organización se gane el "respeto de los colombianos", sino "todo lo contrario".
El llamado del mandatario obedece a recientes atentados atribuidos esa organización, como el perpetrado ayer en el departamento (estado) de Putumayo, en el que hombres armados les ordenaron a los conductores de 19 camiones, cargados con petróleo, vaciar en contenido en una carretera, lo que causó un daño medioambiental, cuya dimensión todavía no se ha estimado.
"En La Habana estamos negociando para terminar el conflicto, estamos allá haciendo la paz y quiero aprovechar la oportunidad para decirles a estos señores de las FARC, que esa no es la forma de demostrarle a los colombianos que quieren la paz, a través de ataques como los de ayer”, aseguró el jefe de Estado.
“Con esa forma nunca se van a ganar el respeto de los colombianos, todo lo contrario, ataques terroristas o ataques irracionales, uno se pregunta qué utilidad militar o de otra índole puede traer derramar petróleo para contaminar nuestras fuentes de agua, o dejas sin energía a las poblaciones pobres, esa no es la vía”, agregó.
Según el ministro de Ambiente, Gabriel Vallejo, el derrame de crudo se registró en cercanías a la población rural de La Cabaña, en la vía Puerto Vega-Teteyé, frontera con Ecuador, y en la que resultaron afectada unas 450 familias y cientos de hectáreas.
"Quiero manifestar el dolor que siento, la rabia interna como colombiano y como Ministro. Produce mucha indignación, me cuesta mucho trabajo que haya personas con la capacidad de generar este
daño a personas vulnerables", dijo hoy a radios locales Vallejo.
Al derrame de crudo en el sur del país, se sumó un ataque el fin de semana con explosivos a un pozo petrolero en Tubú, Norte de Santander, también atribuido a las FARC, en el que no se presentaron víctimas, pero sí daños. En esa misma zona, hombre armados destruyeron maquinaría de la estatal petrolera Ecopetrol, utilizada en labores de exploración.
La semana anterior, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) derribaron varias torres de energía, que dejaron sin luz al principal puerto del país sobre océano Pacífico y a una parte del departamento del Cauca, suroeste.
El jefe del equipo negociador del gobierno indicó que no hay justificación para estos hechos que terminan afectando al campesinado. Según De La Calle –quien también criticó que las FARC propagan subcomisiones “para todo” en la mesa de negociaciones– es inconcebible que mientras en los diálogos se habla de paz, las FARC siga cometiendo atentados como el de Putumayo.
"No hay justificación para atentados de las FARC. Estamos en La Habana para que esto no suceda me parece muy mala manía que se creen subcomisiones de las cuales no hemos discutido”, sostuvo.
Las FARC iniciaron su escalada armada contra la infraestructura del país y contra militares y policías desde el pasado 22 de mayo, luego de poner fin a una tregua que se habían autoimpuesto desde diciembre, en el marco de los diálogos de paz que sostiene con el gobierno de Santos, en Cuba.
Un informe reciente de la Fundación Ideas para la Paz dijo que desde que finalizó la tregua se han registrado 18 hostigamientos a la fuerza pública, cuatro atentados a estructuras petroleras y otras cuatro a torres de energía, sumado a la quema de vehículos y la activación de cargas explosivas.
El gobierno de Colombia y las FARC dialogan desde hace cerca de tres años en La Habana para ponerle fin a más de medio siglo de conflicto armado interno, sobre la base de cinco puntos, tres de los cuales ya fueron pactados.
Enfoque Debate LatinoamericanoLas negociaciones de paz que el Gobierno de Colombia y las FARC llevan adelante desde hace un año y medio ingresaron en una etapa crítica semanas atrás, cuando en respuesta a ataques del Ejército regular colombiano la organización insurgente resolvió levantar la tregua unilateral que había decretado el último 20 de diciembre con el objetivo de facilitar el diálogo. En cierto modo, el estado actual de cosas es el riesgo que asumió la administración de Juan Manuel Santos al negarse a acordar un cese del fuego bilateral, para evitar que las FARC aprovecharan esa situación para reagruparse y fortalecerse, como ocurrió hace dos décadas, cuando el gobierno de Andrés Pastrana intentaba negociar un fin del conflicto.
Santos, además de la negociación con las FARC tiene que hacer frente a una fuerte oposición de la estructura política colombiana, liderada por el ex presidente Alvaro Uribe, que representa a un amplio espectro de la sociedad colombiana que, por intereses o por cuentas pendientes con la guerrilla desaprueba que los insurgentes se reciclen en políticos convencionales.
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